EL proceso de inmobiliaria en Fabelas en Brasil tiene mucha prensa actualmente, sobre todo porque han conseguido que turistas extranjeros comiencen a confiar en la pacificación y puedan entrar para alquilar en pensiones, casa de familia o hostales, donde los precios hacen posible unas vacaciones tranquilas en lo económico, con una diferencia astronómica respecto a los hoteles de la costa.
En Argentina, se da un caso parecido, con la diferencia que los precios son al revés, los más altos de toda la ciudad, ocurre en la Villa 31, cercana al centro comercial de Capital Federal.
Este artículo se puede leer en: Monoambiente a metros de la calle Florida, donde el metro cuadrado tiene precios mayores que en el propio centro.
Las razones de ambas situaciones generan riesgos en otros sentidos, mientras la ciudad, preocupada por otros procesos que se ven afectados por el fenómeno, en la realidad hay un efecto en cadena.
Mientras en ese tipo de barrios la reglas son diferentes, aspectos de seguridad, por ejemplo, que tanto en las favelas de Brasil, como en la Villa 31 han establecido una regla no escrita tácita que beneficia a ambas, en un caso para los turistas, en el otro para empresarios y emprendedores que necesitan un depósito u oficina cercano el centro comercial sin necesidad de presentaciones o autorizaciones que son requeridos en el centro, sanidad, seguridad, impuestos, son inexistentes, y aún así, el precio del metro cuadrado en argentina es exorbitante, precisamente por la ausencia de esos factores.
Del mismo modo, en las favelas brasileras, con el efecto de un precio menor, accesible a un turista con menor poder adquisitivo.
Dos realidades con diferente efecto en los precios.
Esto ha impulsado, por la naturaleza del negocio un tipo de emprendimiento inmobiliario que propone otras reglas.
Sin los enormes costos de las inmobiliarias en regla, sin participar de los problemas y gestiones del sector, desarrollan sus actividades ajenas al estado actual en el rubro, y a su vez, y por lo mismo, probablemente, el éxito de este tipo de negocios toma espacio al que va desapareciendo del normal.
Si el estado necesitaba pesificar el sector, tener mayor control impositivo lo que ha logrado es pasar a manos menos controlables los negocios en los que quiso intervenir presionando al sector.
Por una parte, se entiende que se quiere beneficiar al desarrollo del país cuando se exigen reglas en dirección de apoyar la economía local, empezando con la moneda local; pero cuando hay control sobre un aspecto del negocio y ninguno sobre el otro, el informal, está claro que los negocios pasan ahora por grupos en los que el Estado históricamente no tiene ningún control, con el peligro de estar dando señales equivocadas a los que estaban organizados en una estructura legal.
Es una situación en la que el Estado por torcer el brazo de un sector, le dejó el espacio al sector al que no podrá presionar.
Si querían ganar, lo que están logrando es generar un mercado paralelo al que las reglas no alcanzan.
Las inmobiliarias en regla, eran el muro de contención, más o menos organizados alrededor de una cámara de inmobiliarias, frontera y límite de negociación entre empresarios que se mantenían dentro de un orden, de una organización, que cuidando sus propios intereses, tenían capacidad de negociación con el estado.
Cerrada esa puerta, el muro de contención no existe.
Lo que se ha logrado en esos años de irreflexiva persecución con el sector es alimentar un monstruo que rodea la ciudad y que tiene la capacidad motora y económica para comérsela.
Habrá que ver si el estado puede hacer algo con ello.